El 14 de febrero apareció en el The Economist un artículo titulado el «Government offline» que pregunta porque el sector público es incapaz de obtener los mismos beneficios que la empresa con el uso de la tecnología y además, le cuesta más. The Economist apunta 3 motivos: la falta de presión competitiva, la tendencia a reinventar la rueda, y el enfoque a la tecnología en lugar de a la organización. Enrique Dans lo comentó en su blog.
Estoy de acuerdo, en general con The Economist pero no en un punto: Decir que el problema del sector público es que no tiene competencia, es como decir que el problema del polo norte es que tiene mucho hielo. ¿Tendría sentido tener competencia en el pago de impuestos? o que varios organismo ofrecieran becas de educación con más prestaciones?.
El problema no es de falta de competencia es de falta de responsablidad, de la desvinculación de los responsables con los resultados: un fracaso se justifica con un informe, total ”estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie“ según declaró Carmen Calvo, ex-ministra de Cultura. Bajo esta mentalidad no importa ni la capacidad ni la competencia de un individuo para ser nombrado «algo de algo«. Basta sus contactos (no cito ejemplos, estoy segura que cada uno tienen los suyos propios).
El «nombrado» puede elegir a qué se dedica: a promocionarse, a vivir lo mejor posible haciendo lo mínimo posible, a aprovecharse del cargo o a intentar hacer algo útil. ¿de los cuatro modelos a quién cree usted que le pedirán cuentas?
No descarto que no haya entendido el bien la frase y que The Economist se refiera a que para la prestación del servicio el sector público no aprovecha la competitividad en el sector privado para obtener mejores ofertas. Entonces estaría de acuerdo completamente. La evaluación de la gestión, en la administración española, se mide por la ejecución del presupuesto, convirtiendo el gasto completo del presupuesto en la meta !absurdo! Para mayor abundamiento (expresión muy utilizada en escrito jurídicos) , en la adminsitración, el éxito de un proyecto se mide por las entradas no por las salidas (1) . Como ejemplo pongo las desafortunadas declaraciones de Encarnación Orozco, Delegada del Gobierno contra la violencia sobre la mujer: «la eficacia de la ley no se mide por el número de victimas sino por el número de medios que se han puesto en marcha» .
Con los otros dos asunto estoy completamente alineada: en la administración española hay dos causas para reinventar la rueda: que nos creemos mejores (la mejor rueda la inventamos nosotros) y lo que hace el de al lado siempre es peor que lo nuestro y el afán de protagonismo que nos lleva a denostar lo ajeno para copiarlo y llevarnos las medallas (o inventamos nosotros la rueda o no hay rueda). Personalmente considero que colaborar exige generosidad y además produce una gran satisfacción.
El tercer error es creer que la tecnología es la panacea, cuando el problema del e-governement tiene un componente organizativo igual que tecnológico. El primero está, como todos sabemos, pendiente. Pero igualmente es un error pensar que cualquiera con un poco de ganas y sin conocimientos tecnológicos, puede liderar el e-governemet. A las pruebas me remito.
Me intranquiliza saber que se despilfarra el dinero público y sobre todo que se despilfarra por desidia.
(1) La frase se incluye en el libro «gobierno eficaz» pero no conozco la autoría.
Categorías:Administración Electrónica, Gobernanza, Tecnologías de la Información
Lo que quiere decir The Economist cuando señala que la falta de competencia es un problema para las administraciones públicas es algo muy sencillo. Las empresas compiten en el mercado y si no pueden ofrecer un producto competitivo (en calidad y en precio) no venden, pierden dinero y terminan bajando la persiana. La administración pública se puede permitir el lujo de prestar servicios caros y malos sin correr el riesgo de tener que cerrar el chiringuito. Vamos, que las empresas privadas están obligadas a ponerse las pilas por pura supervivencia. Las administraciones podemos «vivir» más tranquilas, mientras los políticos no se la jueguen en la calidad de los servicios, sino en la imagen que dé el político de turno en el debate televisivo previo a las elecciones. Es más rentable preparar concienzudamente el debate que esforzarse durante 4 años en hacer las cosas bien.
Yo también comparto la necesidad de colaborar, para no estar reinventando la rueda permanentemente, y la importancia de los aspectos organizativos que deben acompañar a la tecnología para que sea utilizada con racionalidad. Es difícil no estar de acuerdo, pero la gracia está en llevarlo a la práctica. ¿Qué podemos hacer? ¿Toda la responsabilidad es de los cargos políticos?
Felicidades para Félix, que me ha avisado Facebook de que hoy es su cumple ;-).
En mi opinión echar siempre la culpa a los mismos no es muy adecuado, aunque tengan parte de la culpa; la falta de competitividad, puede referirse a la organización, entendiéndose como tal a los empleados públicos, que … aunque con honrosas excepciones, suelen ser poco competitivos.
Sin ir mas lejos, en una conversación con un subdirector amigo comentábamos: «para hacer cosas de verdad habría que incrementar la capa alta y hacer out-sourcing de la baja»… ¿descabellado?
Finalmente, de acuerdo contigo en que el mayor problema del e-gov es organizativo, siempre he defendido que el problema del e-gov es la inexistente coordinación, posiblemente motivada por la falta de competencias de ámbito nacional para unificar esfuerzos y por consiguientes presupuestos y no despilfarrarlos haciendo lo mismo veinte veces.
Perdona que abuse de la amistad virtual, te he invitado al meme de Enjut@ Mojamut@
Las declaraciones de Encarnación Orozco me parecen una auténtica barbaridad. Es un error de concepto elemental, aunque desgraciadamente común. Se confunden los «outcomes» (resultados de impacto) con los «output» (resultados de actividad). Toda política pública debe buscar perseguir una maximización de los «outcomes» (en este caso reducir el número de muertos por violencia de género) y para ello se produce actividad. Pero entender que el objetivo es producir actividad, sin más, es tener muy poco claro para qué se trabaja.
La frase que citas, Montaña, relativa a la confusión de los INPUTS con los OUTPUTS, o sea, de atribuir a la ejecución del gasto la medida de la eficacia, la dijo Francisco Cabrillo el día de la presentación del libro «Gobierno Eficaz».
Comparto el sentido general del post respecto a que estamos gobernados por personajes grises y sin sentido de estado, y que por sus palabras y sobre todo por sus acciones no parecen comprender qué es realmente lo Público. Se diría que piensan que es cosa sólo de ellos en lugar de ser de todos.
Los debates electorales tan cacareados me han dejado una sensación desalentadora, de falta de contenidos y de ideas. Por supuesto que la eficacia del gobierno no parece ser una preocupación de ninguno de los dos grandes partidos que supuestamente nos van a gobernar.
Buscando el lado positivo, me parece muy acertada la propuesta de Iñaki: colaborar sin depender de los avatares electorales. Eso mientras no se cambien los procesos electorales, acercando las decisiones al ciudadano y permiténdole reaccionar como cliente frente al servicio de inmediato, no una vez cada cuatro años.
También opino como Rutilio en el sentido de que la ineficacia no se debe sólo a la capa política. En la Administración es frecuente que cada uno se aferre a su función de forma estricta, perdiendo de vista el objetivo final: el servicio al ciudadano y a la sociedad en general. Es claramente un problema organizativo. ¿Cómo resolverlo?. ¿Podemos confiar en que la capa política lo perciba y tenga el arrojo suficiente para hacer los cambios necesarios?. Hasta la fecha parece que no…
Gracias Iñaki! No me imaginaba lo cotilla que llega a ser la red social.
Para los que no lo conzcan, voy a reproducir aquí el comentario que hice al POST de Enrique Dans sobre Los problemas del e-Government:
«Es interesante el paralelismo entre el sector privado y el sector público, y las Administraciones tienen muchas oportunidades para aprovechar los resultados y aprendizajes de las empresas.
No obstante hay al menos dos importantes diferencias que se deben tener en cuenta en este proceso si no queremos entrar en generalizaciones estériles.
La primera es la complejidad de las Administraciones en España, con al menos tres niveles (esto si no contamos la europea), lo cual por un lado es bueno pues fomenta la diversidad, pero por otro lado es costoso, tanto por el esfuerzo de coordinación necesario como por la dificultad de aplicar soluciones baratas basadas en economías de escala.
La segunda es que, mientras que en las empresas la relación es directa entre el cliente y ellas, en las administraciones hay una capa política adicional, que es la que interviene en la toma de decisiones al respecto. Es decir, el cuidadano, que se relaciona directamente con las administraciones para sus trámites, no lo hace para evaluarlas, sino que las evalúa indirectamente por medio de las elecciones en cualquiera de los niveles antes comentados.
He percibido cierta confusion en los comentarios anteriores entre la capa política y la administración propiamente dicha, la de los funcionarios, y debo decir que visto desde dentro son cosas completamente distintas, y que marcan por supuesto el funcionamiento.
Para proponer vias de solucion de este alejamiento entre los cuidadanos y las administraciones propuse un sistema democrático directo no a los partidos pollíticos sino a las medidas a adoptar, descrito en mi post microelecciones:
http://vozyvoto.es/2007/12/14/microelecciones/ «
Absolutamente de acuerdo con Oscar Cortes. Y el ejemplo de la violencia de género es perfecto: se ha hecho una ley pero las mujeres siguen muriendo por esta causa en igual número que antes de la ley. Sin embargo todos hemos visto en los debates como el Psoe ha presumido de haber aprobado esa ley.
La ley de dependencia (de la que presume el psoe constantemente) es otro ejemplo claro de que no se deben confundir los medios (resultados de la actividad asimilados en nuestra administración, fundamentalmente, a la ejecución del gasto o a la aprobación de leyes) con los fines (resultados de la actividad).
Es más, si el resultado de la actividad no consigue que se produzcan los resultados perseguidos esa actividad debería considerarse un despilfarro y un fracaso.
Me quejo demasiado a menudo de que tenemos una administración controlada, en exceso, por los juristas. Pero es que es evidente que tienen una deformación normativa excesiva.
También estoy completamente de acuerdo con lo dicho por Oscar y Morgana. No lo comenté en el comentario inicial porque cuando escribí mi comentario, aún no había aparecido el de Oscar.
Por lo que yo sé, la ejecución presupuestaria es un objetivo de primer nivel, casi diría prioritario sobre todos los demás, no sólo para la capa política, sino también para la capa directiva/ ejecutiva de funcionarios.
En cambio, conozco casos de estudios de análisis de impacto, por ejemplo sobre los efectos socioeconómicos de las ayudas públicas, que se han realizado y pagado con dinero público pero luego han acabado en un cajón.
Me encanta este debate que se ha abierto por vías en las que yo no habia pensado. Así que permitirme que ponga sobre la la web dos relfexiones:
– La importancia de cambiar la Ley de presupuestos para permitir que el presupuesto no ejecutado se pase al año siguiente. Hacer de verdad prespuestos por programas que pueden que pueden durar años y que estos programas se mantenga (no le veo justificacion a cambiar todos los años de programas económicos, cuando el programa no se ha concluido, que hace inviable el seguimiento tanto para la unidad como para la intervención.
– La elaboración de un plan (no de 4) a largo plazo con resultados vinculantes.
– La implantación de una evaluación por desempeño (360º) que incluya a los mandos intermedios y altos cargos. Ya se que es dificil pero el que no haya nadie que exija lleva a que el nivel inferior se desmotive. Y que da igual lo que haga y lleva a concluir a los malos (recalco malos) gestores a pensar que hay que hacer outsourcig de niveles inferiores.
Psicologicamente el ser humano es más féliz cuando está activo que inactivo, cuando hace algo útil, cuando aporta y cuando se le reconoce. No tengo porque pensar que el funcionario es distinto. Mi experiencia me dice que hay gente profesional y que responde cuando se le pide.
Hablando de causas y de resultados.
Las leyes no resuelven las causas cuando están son producto de la educación.
Parece que hay que trabajar siempre con motivación, con objetivos con sensación de utilidad. Si estoy de acuerdo eso es lo ideal. Pero que tal eso de trabajar por la mera satisfación de trabajar o por el trabajo bien hecho sin recompensa, que para eso ya está el sueldo o eso no cuenta. Creo que no nos han educado bien sino en la idea de que que le que trabaja es tonto yel que se escaquea es listo.
Lo de la violencia de género es otro problema de educación, pero por mucho que eduquemos a esta generación que viene hay que tner en cuanta a la población emigrante que no ha recibido educaión y que supone el 60% de los casos de vilolencia de género lo que quiere decir que sino hubiera habido emigración no habría casi existido problema.Este tambien es un problema europeo incluso con cifras muy superiores a las de España y también se da mayoritariamente en la población emigrante (ver La Vanguardía del domingo).
Creo que por mucho que nos organicemos nos informaticemos que esta muy bien y que son una forofa de la ley de acesso electrónico de los ciudadanos a los servcios públicos sino hay voluntad nada .Llevo varios años en la Administración y creo que funciona gracias a cuatro voluntariosos que trabajan porque su genética y la educación que han recibido los ha hecho así. Lo que debemos es cambiar la mentaalidad de que trabajr en el Administración y que esta merjore es bueno para todos es decir crear una mentalidad como la que tienen los que trabajan en una ONG . Perdonar pero me ofende eso de que hay que motivar a los funcionarios hay que educar a los cidadanos para que si llegan a ser funcionarios sean buenos funcionarios.
@Soci: Me gusta mucho la frase: «las leyes no resuelven las causas cuando éstas son producto de la educación». Se aplica perfectamente a la Ley 1/2004.
El problema de la desigualdad y de la violencia tiene un origen cultural, y para corregirlo se acude a la teoría del medio pollo: puesto que hay una situación de desigualdad en contra de las mujeres, creemos otra desigualdad a su favor, por lo que, estadísticamente, tendremos igualdad.
Lo que acaba pasando es que hay, en lugar de una, dos desigualdades, que es una situación peor que la inicial. Como consecuencia, las desavenencias entre las parejas acaban en un 90% en una denuncia por malos tratos, de la mujer hacia el hombre puesto que en esos supuestos siempre la mujer tiene ventaja. Esto lo que crea, aparte del trauma familiar que supone pasar por un procedimiento penal (para la pareja y para los posibles hijos) es un atasco notable en los tribunales encargados de dictaminar estos casos.
Ya lo decía el gitano: «pleitos tengas, y los ganes».
La consecuencia es evidente, la ley no consigue sus objetivos reales (no la tontería que dijo Encarnación Orozco sobre los objetivos), pues la violencia de género sigue aumentando.
Respecto a la motivación, es verdad que algun@s trabajan por el puro placer de trabajar, pero son los menos. Al resto nos gusta sentir que lo que hacemos es importante y útil. Por eso, considerar a los funcionarios como personas (con sus problemas, sentimientos, etc.), es una necesidad que sin embargo fácilmente se olvida, sepultada entre los miles de expedientes, leyes y reglamentos con los que lidiamos cada día.